Comunicado del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios
Ante el luctuoso y lamentable suceso acaecido el pasado domingo en Lucena, con el protagonismo de un perro de raza Pastor Belga Malinois, la Organización Colegial Veterinaria de Andalucía se suma al dolor y transmite sus condolencias a la familia de Dylan, el niño tristemente fallecido.
Como quiera que diversos ataques de perros vienen sucediéndose (10 de agosto en Rota, Cádiz; 13 de agosto en Arucas, Gran Canaria; …) de manera frecuente, el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios cree necesaria la modificación de la normativa aplicable a la tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos y en concreto la Ley 50/1999, de 23 de diciembre, sobre el Régimen Jurídico de la Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos, el Real Decreto 287/2002, de 22 de marzo, por el que se desarrolla la anterior y el Decreto 42/2008, de 12 de febrero, por el que se regula la tenencia de animales potencialmente peligrosos en la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Actualmente, y como regla general, la normativa citada clasifica a los perros potencialmente peligrosos (PPP) según su raza; sin embargo, junto a muchos animales pertenecientes a las razas legalmente consideradas PPP muy equilibrados, se dan ejemplares de razas no catalogadas legalmente como PPP que llegan a mostrar gran agresividad, lo que, unido a un determinado poderío físico, puede dar lugar a sucesos de tan lamentable resultado.
Por este motivo, la Organización Colegial Veterinaria de Andalucía, ha venido defendiendo la necesidad de que la potencial peligrosidad de un animal de especie canina, sea apreciada de forma individualizada, y no a través de un criterio genérico basado en la pertenencia a determinadas razas.
Por ello, desde el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios, consideramos muy conveniente que la normativa aplicable a la tenencia de animales de especie canina, establezca la obligación general de que todos los ejemplares susceptibles de alcanzar un determinado peso en estado adulto, deban ser evaluados mediante un análisis etológico individualizado y científico que estime su grado de agresividad, y que debe ser firmado por un profesional veterinario especializado.